Al montar los neumáticos de invierno, los conductores deben estar conscientes que su carácter y sus prestaciones son distintos que en el caso de los neumáticos de verano o todas las estaciones.
Puesto que la tarea de los neumáticos de invierno es garantizar una mejor tracción en nieve y hielo, los conductores deberían prestar mayor atención al familiarizarse con la tracción y las características de rodaje con los neumáticos de invierno.
En el proceso de fabricación, antes de completar el vulcanizado de los neumáticos, muy a menudo suelen aplicarse agentes lubricantes especiales, utilizados para evitar que el neumático se pegue al molde. Desgraciadamente, una parte de este lubricante se preserva en la superficie del neumático y, mientras esté allí, perjudicará la tracción.
Los neumáticos están compuestos por diferentes películas de caucho, acero y telas que requieren de un tiempo de rodaje para llegar a ofrecer un rendimiento óptimo y una máxima satisfacción del conductor. Será suficiente rodar unos cientos kilómetros acelerando suavemente, atravesando las curvas a velocidades permitidas por las normas y frenando para que todos estos componentes “se establezcan” y a la vez poder eliminar el lubricante presente en la superficie del neumático.
Las primeras nevadas suelen sorprender a los conductores. Usando los neumáticos
de invierno cuidamos no sólo nuestra seguridad, sino también nuestro bolsillo.
En la mayoría de los neumáticos de invierno se emplean componentes más blandos en la banda de rodadura que preservan su elasticidad a temperaturas muy bajas. El índice de velocidad en los neumáticos de invierno más populares es el T, con una velocidad máxima de 190 km/h. Su índice de velocidad por lo general es más bajo que en los neumáticos que se montan en el vehículo para las demás estaciones del año. Independientemente del índice de velocidad de los neumáticos de invierno, la velocidad al circular nunca debe sobrepasar los límites estipulados en el índice de velocidad de los neumáticos de invierno que estemos usando.